agosto 23, 2016

Desde Adentro

Me propuse como meta levantarme a las 4:00 am para liberarme de frustraciones y temores, pensé que era la hora indicada para drenar y dejar salir a los monstruos, pero ellos siempre han estado afuera. Paseándose en el escaso espacio que resguarda estas cuatro paredes, paredes que almacenan historias en sus rincones, esas que comencé a escribir el día que me establecí en este lugar. Pero falle, ni el sonido de aves cantando en el bosque que puse como tono de alarma logro despegarme de este lugar y su calidez, que me acobija con mis pesadillas todas las noches. 

Recuerdo que hubo un tiempo en el que quería salir corriendo e irme de aquí, en querer borrar esas historias que escalaban mi espalda y dejaban caer su peso sobre mis hombros. La conciencia me mostraba mis errores y los ignoraba. Hasta que un día logre reconocerlos, los adopte con todos mis malos pensamientos y malos momentos, los hice mis amigos, los llame "Monstruos" y desde entonces he aprendido a caminar con ellos. 

Tomar un baño frió hizo que abriera los ojos ante la calurosa mañana que se asomaba con su silencio por la ventana, al salir de la casa me asegure de meter esos miedos y llevarlos a la guerra para enfrentarlos. Al bajar las escaleras pude sentir el malestar convirtiéndose en dudas haciendo presión en mi cabeza, mientras intentaba buscar en el baúl de mi memoria la razón de su origen. Pero hurgar en el pasado no es algo saludable para el órgano cardíaco que controla la circulación, ese al que solemos atribuirle la carga de los malestares causados por los sentimientos. 

No siempre se ganan las batallas estando solo. Yo he logrado hacerles frente acompañado de la sabiduría que nació de las experiencias ajenas, que se han convertido en armas con las que he peleado sobre una hoja, en la cual he trazado lineas que me ha servido de camino y que les he dado sentido a través de tonos grises y oscuros, y que hablan sobre esas historias que contrastan con un alma en la quietud de una metamorfosis.

Al finalizar el día persiste la promesa levantarme con el sonido de esas aves que no lograron su cometido, recordándome que aun queda un largo camino lleno de problemas, nostalgia, risas y abrazos que quedaran guardados en mi memoria y dejaran cicatrices en la piel.

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