junio 15, 2018

Después de las tormentas

Todo ha cambiado desde hace rato, algo en mi interior me lo decía pero no quería aceptarlo. Ahora que soy consciente de ello hay cierta tranquilidad en mí y me siento más liviano, pero no he olvidado las tormentas pasadas.

Me he ido de este lugar muchas veces con la idea fija de no volver a escribir, porque siempre estaba presente la tristeza, la protagonista de todas mis historias. He vuelto tantas veces con otros nombres ocultando mis sentimientos, contando los mismos relatos con otros matices en el anonimato. Pero este siempre será mi lugar, ese pequeño espacio donde me siento seguro, donde puedo ser yo, donde guardo mis recuerdos, el lugar donde puedo irme y regresar cuando quiera, donde soy pequeño y a veces grande dentro de mi propia utopía, y con o sin tristezas la vida sigue y he decido montarme en el mismo autobús para continuar recorriendo rutas inciertas con ella, la única cosa que me pertenece, y aunque todo se salga de control seguirá siendo mía.

Yo he cambiado, lo puedo notar hasta en mi cuerpo, en mi piel que se ha vuelto más dura con el pasar del tiempo y que contrasta con la fragilidad en mi interior, en mi rostro que se ha vuelto un poco inexpresivo, en mis ojos que siguen siendo grandes y melancólicos, con la mirada distraída. Y acepto que me dan miedo los cambios, le temo a lo desconocido, pero soy curioso como los gatos que escapan de sus hogares por las noches a lugares desconocidos, y termino arriesgándome, empujándome al vacío sin importar que tan profundo sea.

He abandonado muchos hábitos a los que he querido volver insistentemente, en los que me veo reflejado porque también me he abandonado a mí mismo, por eso me ha costado tanto retomarlos, aun así, sigo buscando en libros viejos y olvidados, en sus páginas amarillentas y desgastadas esa inspiración que perdí hace tiempo.
Hoy me quiero, me hago el amor, hoy me enredo, me abrazo y me digo que, quizás, lo que hacía sentirme tan débil y me ponía tan triste, era mi propio abandono.

— Loreto Sesma.


Poco a poco la ciudad se ha quedado vacía, ciudad que ahora se ve como un pueblo abandonado y descuidado, entre sus calles me he perdido muchas veces al no recordar sus nombres y direcciones, pero siempre he sabido llegar por mi cuenta, “Coro es pequeño y todo queda cerca” como dicen por ahí. Ahora que esta desolada he encontrado paz en cada esquina iluminada por los rayos del sol, el mismo sol que nos quema la piel y nos arruga el alma.

Me he permitido ser egoísta ahora que estoy solo, he perdido el miedo porque me he acostumbrado a mis demonios, conozco mis defectos y los efectos que han causado en mi cuerpo, las cicatrices que han dejado y algunas heridas abiertas que no sanan a pesar del tiempo.






Mi madre y yo hemos hecho de la carretera nuestra terapia favorita para olvidarnos de todas las tristezas, ya no creemos en el amor, en ese amor que nos ha roto el corazón y nos ha corroído los huesos. Celebramos la tranquilidad, la paz que nos regala el recorrido, nos hemos ido tantas veces que siempre terminamos volviendo al lugar de siempre, donde todo empezó.

No somos los mismos, algunos trágicos eventos nos han vuelto más distantes a los sentimientos ajenos, hemos tocado la libertad y también nos ha aplastado su peso. A veces deseamos retroceder el tiempo pero la realidad nos obliga a poner los pies en el suelo y seguir adelante sin detenernos.

Lana del Rey - Change ♬

No hay comentarios:

Publicar un comentario